
Escuchar día 15
Historia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá
Fragmento
Con la prodigiosa renovación del lienzo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, inician los maravillosos prodigios de Ella a todo el que pide su intercesión. Y empieza la tarea de la Renovación para nosotros: cual Madre bondadosa, no sufre indiferente la calamidad pública de su pueblo, y peregrina a impartirles la eficaz medicina de su bendición y a su paso extingue la peste en Tunja cuando sale el 3 de diciembre de 1587. En marzo 19 de 1588, el arzobispo erigió la Doctrina o parroquia indígena de Chiquinquirá, en función de la considerable y creciente afluencia de peregrinos, separando la feligresía de la doctrina de Suta, y nombra como padre al presbítero Gonzalo Gallego.
La peregrinación de Nuestra Madre del Rosario de Chiquinquirá hizo que aumentara la fe del pueblo colombiano, haciendo el milagro de cesar la peste para bien de todos, se demuestra así, que nuestra madre intercede por nosotros obteniéndonos la sanación física, además de la espiritual, bien superior y más necesario que cualquier beneficio material. Acerquémonos al amor de su hijo Jesús con una auténtica conversión para la sanación de nuestras almas.

Petición: Divina madre cúbrenos con tu manto para que el mal no nos toque, nuestra fe se acreciente y para que seamos verdaderos testigos de tu amor. Por tu intercesión, tu Hijo Jesús, nuestro Salvador, borre la ceguera de nuestros corazones y purifique con su Divina Sangre toda iniquidad y toda peste del mal en nuestra Colombia.
Jaculatoria: Pues eres de los pecadores, el consuelo y la alegría ¡Oh Madre clemente y pía, escucha nuestros clamores!
Si no se convierten, perecerán
Lucas 13, 1-5.
En aquel mismo momento llegaron algunos, le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios, les respondió Jesús: “¿Piensan que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos porque han padecido estas cosas? No, les aseguro que si no se convierten, todos perecerán del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿piensan ustedes que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, les aseguro; y si no se convierten todos perecerán del mismo modo.” Palabra del Señor.
Necesitamos a María para morir a nosotros mismos
(Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, núms. 81 y 82 de San Luis María Grignion de Montfort)
Para vaciarnos de nosotros mismos es necesario morir a nosotros mismos todos los días; es decir, es necesario renunciar a las operaciones de las facultades de nuestra alma y de los sentimientos de nuestro cuerpo; es necesario ver como si no se viese, oír como si no se oyese, servirse de las cosas de este mundo como si no se sirviese uno de ellas, lo cual llama San Pablo: morir todos los días (1 Cor 15, 31).
Si al caer el grano de trigo en la tierra no muere, permanece solo y no produce fruto bueno (Jn, 12, 24). Si no morimos a nosotros mismos y si nuestras devociones más santas no nos conducen a esta muerte necesaria y fecunda, no produciremos fruto alguno, y serán inútiles nuestras devociones; todos nuestros actos de justicia estarán mancillados por el amor propio y la propia voluntad, lo que hará que Dios tenga por abominación los mayores sacrificios y las mejores acciones que podamos ejecutar, y a nuestra muerte nos hallaremos con las manos vacías de virtudes y de méritos, y no tendremos una centella del amor puro que sólo se comunica a las almas muertas a sí mismas, cuya vida se esconde con Jesucristo en Dios.
Es necesario escoger entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más nos lleve a esta muerte propia, pues es la mejor y más santificante, porque ni es oro todo lo que reluce, ni miel todo lo dulce, ni lo más viable y practicado por la mayoría es lo más perfecto. Como en el orden de la naturaleza hay operaciones que se hacen a poca costa y con facilidad, asimismo en el de la gracia hay secretos que se ejecutan en poco tiempo, con dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales y divinas que consisten en vaciarse de sí mismo y llenarse de Dios, y lograr así la perfección.
Meditación enfocada en nuestra realidad colombiana
- Cada uno de nosotros necesitamos tener una verdadera conversión. Nuestras mejores acciones, en los diferentes roles en los que nos encontremos, suelen ser, de ordinario, sucias y corrompidas por el mal fondo que hay en nosotros.
- Es importante que cada colombiano considere que cuando se vierte agua limpia y clara en una vasija que huele mal, o vino en una garrafa maleada por otro vino, el vino se daña y toma fácilmente el mal olor, asimismo cuando Dios vierte en nuestros corazones -infestados por el pecado original y actual- sus gracias y rocíos celestiales o el vino delicioso de su amor, sus bienes se deterioran y se dañan ordinariamente a causa de la levadura de malas inclinaciones que el pecado ha dejado en nosotros, y nuestras acciones aun inspiradas por las virtudes más sublimes se resisten de ello.
- Nuestro Señor que es infinitamente santo, detesta la menor mancha del corazón, lo rechazará de su presencia y no se unirá a nosotros.
- Nuestra conversión debe ser profunda, no a medias, pues podremos engañarnos y, creyéndonos buenos, realmente no ser merecedores del Cielo. Estamos muy acomodados en nuestra mediocridad; el camino de Cristo es exigente pero posible, pues excelso es el premio y la felicidad que nos espera.
ORACIONES
A REZAR LUEGO DE LAS MEDITACIONES LOS DÍAS 9 AL 19
Señor, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros
Señor, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
Ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu, que procedes del Padre y del Hijo,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación aleteabas las aguas y las fecundaste,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu por cuya inspiración hablaron los santos hombres de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que das testimonio de Cristo,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que fecundas a María,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de sabiduría y entendimiento,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de consejo y fortaleza,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de ciencia y piedad,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de temor del Señor,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia y misericordia,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de fe, esperanza, amor y paz,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de humildad y castidad,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de benignidad y mansedumbre,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia multiforme,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu en el cual renacemos,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que apareciste sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu del que los apóstoles quedaron henchidos,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,
Ten piedad de nosotros.
Senos propicio,
Perdónanos, Señor.
Senos propicio,
Escúchanos, Señor.
De todo mal,
Líbranos Señor.
De todo pecado,
Líbranos Señor.
De las tentaciones e insidias del diablo,
Líbranos Señor.
De toda presunción y desesperación,
Líbranos Señor.
De la resistencia a la verdad conocida,
Líbranos Señor.
De la obstinación y de la impenitencia,
Líbranos Señor.
De la impureza de la mente y del cuerpo,
Líbranos Señor.
Del espíritu de fornicación,
Líbranos Señor.
De todo espíritu malo,
Líbranos Señor.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo,
Líbranos Señor.
Por la concepción de Jesús, hecha por tu operación,
Líbranos Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán,
Líbranos Señor.
Por tu advenimiento sobre los discípulos,
Líbranos Señor.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, así como vivimos por el Espíritu obremos también por el Espíritu,
Te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos,
Te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el espíritu, no accedamos a los deseos de la carne,
Te rogamos, óyenos.
Para que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne,
Te rogamos, óyenos.
Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios,
Te rogamos, óyenos.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo de la paz,
Te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todo espíritu,
Te rogamos, óyenos.
Para que sepamos discernir los espíritus, si son o no de Dios,
Te rogamos, óyenos.
Para que renueves en nosotros el espíritu de rectitud,
Te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes por tu espíritu soberano,
Te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Oremos:
Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial,
Ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Ten piedad de nosotros.
Santa María, Ruega por nosotros (emplear esta respuesta de ahora en adelante).
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina elevada a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Salve, estrella del mar, Madre santa de Dios y siempre Virgen, feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave» de la boca de Gabriel, afiánzanos en la paz al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos, da luz a quienes no ven, ahuyenta nuestros males, pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre, que por ti acoja nuestras súplicas Quien nació por nosotros, tomando el ser de ti.
Virgen singular, dulce como ninguna, líbranos de la culpa, haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura, prepáranos un camino seguro, para que viendo a Jesús, nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre, glorifiquemos a Cristo soberano y al Espíritu Santo, y demos a las Tres personas un mismo honor. Amén.
PRÁCTICA:
Sacar un espacio de reflexión y pedirle al Espíritu Santo me muestre mis malas inclinaciones y debilidades y cómo ellas me apartan de Dios. Decidirme a una conversión radical, definitiva y verdadera. Buscar un testimonio católico de conversión para afianzarme en ello.
Jaculatoria: Pues eres de los pecadores, el consuelo y la alegría ¡Oh Madre clemente y pía, escucha nuestros clamores!